Después de unas cuantas sesiones de entrenamiento duro, el cuerpo estará probablemente dolorido, cansado y necesitado de descanso. Podemos llevar el cuerpo al límite, pero al mismo tiempo debemos escuchar sus necesidades. Debemos disfrutar de un entrenamiento de recuperación activa uno o dos días a lo largo de la semana, que es básicamente una sesión de entrenamiento a una intensidad mucho menor. De esta manera el cuerpo se sentirá más rejuvenecido tras la finalización de la sesión de ejercicios.
El descanso activo se sitúa entre el descanso total (es decir, no hacer nada) y el entrenamiento. Esta clase de descanso supone realizar una actividad física suave, a una intensidad menor que en la de nuestros entrenes diarios.
Este tipo de día de descanso será diferente para los atletas con diferentes objetivos. Las personas que quieren simplemente mejorar la salud general y el bienestar sólo tienen que realizar una larga caminata, senderismo, natación, un paseo en bicicleta, estiramiento dinámico, o hacer yoga.
Las personas que hacen mucho ejercicio cardiovascular, como los corredores y los ciclistas pueden seguir realizando trabajo aeróbico. Para disminuir la intensidad en un descanso activo, tendrían que mantener el ritmo cardíaco en unas 120-130 pulsaciones por minuto. Ese número puede variar, otra manera de comprobarlo es intentar mantener una conversación mientras realizamos ejercicio físico. Si la respiración se acelera y no podemos mantener una conversación, quiere decir que estamos entrenando demasiado duro para un entrenamiento de descanso activo.